Aninés Macadam - editora - aninesmacadam@gmail.com

domingo, 24 de abril de 2016

La última violeta

La última violeta
Un boceto de Roque Vega

La cadencia del bandoneón trasnocha tangos. El humo desluce las pesadas cortinas del palco de la orquesta, presagiando la mañana.
Muchos, intentan retener la gastada magia  del lugar bebiendo el último resto de soledad.
Olga, se acerca  simulando una sonrisa, entrega el ramo de violetas.
La mujer lo toma. Abraza a su compañero agradeciendo la gentileza.
Quien, sin  levantar la vista, deja varias monedas sobre la mesa.
Agradece tomando el dinero, se retira hacia el fondo del salón.
-¡Violetas, Violetas señor   para una bella dama! 
Andrés, entre besos y caricias, solo vio las manos de la mujer  tomando el dinero. La observa alejarse, perdiéndose finalmente entre groseros gritos, humo y risas.
-¡Otra copa! Dice su amiga sin dejar de besarlo.
Este mira hacia la puerta, bebe el champán fantaseando la caricia del recuerdo.
Es madrugada, el frío lo obliga a levantar el cuello del sobretodo. Noche a noche en su cotidiano y  vacío regreso la vida queda atrás. Hoy al igual que ayer, busca su esquina ¡La de aquel tiempo! ¡Necesita apoyar el cansancio!
-¿La viste? ¡Es un minón!  ¡La rubia, esa,  la del portón!
¡Si!  ¡Te lo dije ayer flaco!
¡Un minón, a la tarde, sale a la tarde! ¡Que mina!
Limpia las rodillas y el pantalón cubiertos de tierra. Debajo el brazo trae la pelota.
Dos pasos más atrás, dejando el baldío y olvidando el gol o tal vez ese que no fue penal, Chaco y el tano  murmuran  sobre el rayo de sol  que enmarca el rostro de la piba.
Andrés, calla haciendo una mueca que simula risa.
-¡Me lo dijo Carlos, se mudó hace unos días! ¡Es medio engrupida, no chamuya con nadie!


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